Creo que si Cataluña ha adquirido importancia en la historia universal ha sido a través de la Historia de España. Aunque tenga sustancialidad propia, la historia de Cataluña no puede desconectarse de otras instancias que explican y dan sentido envolvente a esa historia particular. Pues la historia universal es aquella que generan las entidades políticas que pueden llevarla a cabo frente a terceros, pues toda historia nacional lo es por su codeterminación polémica con otras potencias, que tratan de influir sin ser influidas, o de aquellas que pueden resistir estos asaltos. En este caso, Cataluña ha de quedar envuelta, obligatoriamente, por lo que ha significado la constitución de España como Imperio, y la de Francia como Estado. Puede decirse, en líneas generales, que Francia ha construido un Estado-nación mucho más sólido que el español pero que ha fracasado en su intento de construir un Imperio que haya permanecido en el tiempo. Sin embrago, España ha encontrado muchas más dificultades para mantenerse como Estado nación, pero, por el contrario, ha creado unos de los Imperios más influyentes de los que en la historia han sido, el de la Monarquía Católica.
Y por esto muchos de los hechos y relatos históricos sucedidos en Cataluña, se insertarán sobre la confluencia de las rivalidades entre estas potencias. No niego el componente orientador que pueda tener en esta rivalidad los propios criterios en el ámbito catalán, pero por mucho que puedan influir a que la balanza se incline hacia un lado o hacia el otro, lo evidente es que solo será a través de esta confluencia como se explica gran parte de su historia, pues no se da el caso en que sea Cataluña la que pueda incluir a Francia o a España como parte de su territorio político, en tal caso podrá ejercer una influencia indirecta (como el PSC, CIU o ERC ejercen en la España de la monarquía parlamentaria) o a través de sus embajadas en París, o desde su asiento como miembro de la francofonía, o lo que sería con un asiento en la ONU .
Diríamos que a lo largo de la historia Francia y España han venido manteniendo la misma opinión sobre Cataluña. Similar a la que decía mantener Carlos I con Francisco I sobre el Milanesado: “Mi primo Francisco y yo estamos completamente de acuerdo, ambos queremos Milán”.
Se ha remarcado mucho la constitución de España frente al Islam, mediante la Reconquista. Esta “alianza” sobre la existencia de España frente al Califato, he leído hace poco*, que un historiador alemán la cifró “negociada” a través 3.700 batallas, hasta la expulsión de 1492. Pero, por contra, creemos que no se ha hecho tanto hincapié en su constitución frente a los países europeos del norte, o se ha diluido por razones políticas en el presente. No obstante, voy a recordar algunas de los conflictos históricos con Francia, que todos conocemos, y ver su importancia sobre España, y viceversa:
“En la Relación de Laurent Vital sobre el viaje de Carlos I, desde que desembarcó en Villaviciosa en septiembre de 1517; le llamó mucho la atención las expresiones de lealtad y reverencia que los vecinos de las aldeas o de las villas, sin perjuicio de ir bien armados, hacían al paso de Carlos I; y corrobora la observación citando un pasaje de Pedro Mártir de Anglería, comenta:
«Pedro Mártir de Anglería escribe, unos cuantos días después del desembarco, que las gentes de aquellas costas creyeron que la escuadra que se les aproximaba era la francesa enemiga, tomaron rápidamente las armas, enviando apresuradamente a los montes a las mujeres, los niños y los ancianos y todos los que no eran aptos para tomar las armas y arrebatados por el amor patrio reunieron toda clase de lanzas, grandes escudos y agudos yelmos, ocupando las colinas inmediatas al mar, preparados para la resistencia. Desde la nave real exclamaron: « ¡España, España! ¡Nuestro rey católico, nuestro rey!». Al oír estas exclamaciones, dejaron escudos, lanzas, picas, espadas, yelmos y cuantas armas habían reunido, las tiraron al suelo y se pusieron de rodillas elevando sus voces al cielo en señal de alegría.» (pág. 61-62.)”.
Y en estas andamos, aunque ahora no estemos tan prestos al combate como antaño nuestros compatriotas lo estaban. Parece que la polémica histórica con nuestros vecinos no se ha terminado pese a la sublime Europa, como está siendo evidente en esta crisis, las hostilidades no han finalizado, se ha evolucionado hacia un control y una lucha en el campo económico (deuda soberana; control sobre el BCE y, por tanto, de la emisión y destino de los euros) pero que no obvia lo militar o lo estratégico (guerra de Yugoslavia, Irak, OTAN; “primaveras árabes”, energía nuclear, acceso al gas y al petróleo, caladeros de pesca, acuerdos con Marruecos).
Para concluir, decir que las guerras, las hostilidades forman parte sustancial en la construcción histórica de las naciones. La independencia política solo ha de ser respecto a terceras potencias, como lo fue la capacidad de los españoles de expulsar a los franceses en la guerra que va de 1.808 a 1.814. Cataluña cómo el Rosellón, como Burgos, como Borgoña o el Milanesado ha quedo inserta en estos cruces; y su importancia en la historia, ha quedado subordinada, como las demás partes, a los choques, alianzas y resistencias que la Monarquía hispánica se fue encontrando en su desarrollo, hasta la creación de la Nación-política que ha quedado tras su fraccionamiento: esto es, la España, de la que forma parte.
- Alfonso II frente a Carlomagno, 778- “batalla de Roncesvalles”, Bernardo del Carpio. La Marca hispánica.
- Alfonso X, el “fecho del Imperio” en 1.257.
- Fernando el Católico, tensiones por su expansión Mediterránea, S.XV. El Papa Luna. Los Borgias.
- Milán: Carlos I contra Francisco I. Dominio del Sacro Imperio Romano-Germánico (1520-58).
- Pavía, 1.521, Captura de Francisco I. “Saco de Roma”.
- Lepanto, 1.571, pacto de Francia con el Imperio Otomano.
- San Quintín, 1.557, construcción del Monasterio del Escorial.
- Guerra de los Treinta Años, 1.618-1.648. Guerra franco-española 1.635-1659. Paz de los Pirineos. Guerra de “Els Segadors” 1.640-52. Cataluña pasa a ser dominada por Francia, Luis XIII nombrado Conde Barcelona. Pérdidas del Rosellón y Cerdeña.
- Guerra de Sucesión 1700: La nobleza catalana apoya en su mayoría la causa austracista. Dinastía de los borbones. Decretos de Nueva Planta, Luis XIV pide a su nieto Felipe V que respete los fueros catalanes. Pactos de familia.
- La invasión napoleónica de España 1802. Bailén. Cádiz. Independencias americanas. La Española (Rep. Dominicana/ Haiti- Luisiana-).
- Los Cien Mil Hijos de San Luis, 1.823.
- Proclamación de Maximiliano I, tras la intervención 1862 de Napoleón III, de emperador de México 1863.
- Primera mitad del s. XX: 1936 apoyo al gobierno republicano. Campos de refugiados. Francia de Vichy.
- Segunda mitad s.XX: Construcción de la UE – Denegación de ayuda frente al terrorismo de ETA hasta 2001. Denegación a la realización de las obras de AVE y túneles en los Pirineos. Guerra Irak (Zapatero candidato al PSOE gracias al apoyo decisivo del PSC: “Volver al corazón de Europa”). Construcción del eje París-Barcelona, para consolidar el dominio francés en el espacio euromediterráneo (“Alianza de Civilizaciones”; primaveras árabes. Guerra de Libia impulsada por la Ministra de Defensa: Carmen Chacón, y apoyada por los grupos políticos catalanes y el PP).
Este mes ha aparecido publicado en la revista digital El Catoblepas el prólogo que ha realizado Gustavo Bueno al 5º volumen: “Edad Moderna y Contemporánea”, de las Obras Completas del historiador Juan Uría Ríu, en el se cuenta la siguiente anécdota:
“En la Relación de Laurent Vital sobre el viaje de Carlos I, desde que desembarcó en Villaviciosa en septiembre de 1517; le llamó mucho la atención las expresiones de lealtad y reverencia que los vecinos de las aldeas o de las villas, sin perjuicio de ir bien armados, hacían al paso de Carlos I; y corrobora la observación citando un pasaje de Pedro Mártir de Anglería, comenta:
«Pedro Mártir de Anglería escribe, unos cuantos días después del desembarco, que las gentes de aquellas costas creyeron que la escuadra que se les aproximaba era la francesa enemiga, tomaron rápidamente las armas, enviando apresuradamente a los montes a las mujeres, los niños y los ancianos y todos los que no eran aptos para tomar las armas y arrebatados por el amor patrio reunieron toda clase de lanzas, grandes escudos y agudos yelmos, ocupando las colinas inmediatas al mar, preparados para la resistencia. Desde la nave real exclamaron: « ¡España, España! ¡Nuestro rey católico, nuestro rey!». Al oír estas exclamaciones, dejaron escudos, lanzas, picas, espadas, yelmos y cuantas armas habían reunido, las tiraron al suelo y se pusieron de rodillas elevando sus voces al cielo en señal de alegría.» (pág. 61-62.)”.
Y en estas andamos, aunque ahora no estemos tan prestos al combate como antaño nuestros compatriotas lo estaban. Parece que la polémica histórica con nuestros vecinos no se ha terminado pese a la sublime Europa, como está siendo evidente en esta crisis, las hostilidades no han finalizado, se ha evolucionado hacia un control y una lucha en el campo económico (deuda soberana; control sobre el BCE y, por tanto, de la emisión y destino de los euros) pero que no obvia lo militar o lo estratégico (guerra de Yugoslavia, Irak, OTAN; “primaveras árabes”, energía nuclear, acceso al gas y al petróleo, caladeros de pesca, acuerdos con Marruecos).
Para concluir, decir que las guerras, las hostilidades forman parte sustancial en la construcción histórica de las naciones. La independencia política solo ha de ser respecto a terceras potencias, como lo fue la capacidad de los españoles de expulsar a los franceses en la guerra que va de 1.808 a 1.814. Cataluña cómo el Rosellón, como Burgos, como Borgoña o el Milanesado ha quedo inserta en estos cruces; y su importancia en la historia, ha quedado subordinada, como las demás partes, a los choques, alianzas y resistencias que la Monarquía hispánica se fue encontrando en su desarrollo, hasta la creación de la Nación-política que ha quedado tras su fraccionamiento: esto es, la España, de la que forma parte.
* citado por W. Sombart en “el Burgués”, Alianza Editorial, 1972.
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